He extractado solo una parte de un discurso de toma de posesión del Rectorado de una Universidad colombiana presentado en una publicación de aquel país, que en reconocimiento a Borges se
llama Revista Aleph. (Isaza JF. La Universidad, signo estratégico de nuestro
tiempo. El Aleph Viernes, 16 Junio 2006 . Disponible
en : http://www.revistaaleph.com.co/component/k2/item/51-la-universidad-signo-estrategico-de-nuestro-tiempo.html)
Me pareció interesante el recorrido de la historia de las universidad que presenta en forma sintética, nombrando muchos de los
temas que se trabajan en la clase. Los
subrayados en rojo son personales, la idea era marcar los diferentes temas que aquí se presentan.
.. “Una idea básica de qué es una universidad,
que tiene aceptación general, es la de que se trata de un sitio de encuentro -real o
virtual- donde se transmite y se crea conocimiento. Sin embargo, ni la
transmisión de conocimiento ni la investigación son monopolio de las
instituciones de educación superior. Puede avanzarse la hipótesis de que una
universidad requiere al menos de docentes, investigadores y estudiantes. Pero
algunas universidades no satisfacen estos mínimos. La Universidad de Naciones
Unidas no
tiene estudiantes ni profesores, carece de campus, pero es un centro de
investigación, a escala planetaria, sobre temas trascendentes del desarrollo y
la paz.
La tradición occidental quiere que el origen de la
Universidad sea la agremiación de estudiantes y maestros que se crea en Bolonia, supuestamente hacia el
año 1090, y que luego se extiende a París y Oxford. Su origen gremial, autónomo
en el sentido de evitar que los príncipes ejercieran su poder y orientación, la
llevó a aceptar protección de los obispos como una forma de defender su
autonomía. No deja de sorprender cómo cambian los tiempos.
La procedencia de los estudiantes de diferentes
estados, provincias, obispados o reinos; su carácter pan-europeo, que el eurocentrismo
denomina universal, le dio el nombre a la institución que antecedió en varios siglos
al Estado-Nación.
El origen de la universidad medieval hay que
buscarlo en los monasterios y en las escuelas catedralicias. Quienes consideran
que la esencia de la universidad es la investigación se verán llevados a
aceptar que los monasterios, como centros de preservación e interpretación de
la cultura clásica, encajan en el concepto de“centros
de investigación” y,
por lo tanto, serían precursores de la Universidad.
Dos siglos antes de la creación de la Universidad
de Bolonia, en la multicultural, multireligiosa y tolerante ciudad de Fes, se
crea bajo la iniciativa de Fátima, la hija del califa, un centro de estudios
que va más allá de las “madrazzas”, en las cuales sólo se enseñaba el Corán. Allí se estudiaba la
astronomía de Al Biruna, quien, 400 años antes que Copérnico, publicó el
sistema heliocéntrico como un mejor modelo del cosmos que el geocéntrico, el
cual es el aceptado en Europa hasta bien entrado el Renacimiento. Si se
reconoce que el conocimiento de medicina, hidráulica, aritmética imperante en
el Norte de África y Andalucía, era muy superior al de la Europa de Carlomagno,
y que con alta probabilidad estas artes se enseñaban en Fes, no parece existir
razón válida para no darle a esta institución el calificativo de universidad,
como lo señala Carlos Augusto Hernández. Al mismo tiempo, en Bagdad y en
Córdoba podían encontrarse aspectos de la sabiduría de Aristóteles y de la
poesía filosófica de Platón; allí podía aprenderse la matemática de Arquímedes,
las claves de la música y el orden del cosmos; allí se hacía visible la
inteligencia universal que Averroes leyó en Aristóteles; una inteligencia
compartida por los hombres de religiones y culturas antagónicas. Estos centros
son los predecesores de la teoría de tolerancia y espíritu crítico que
pregonarán luego Abelardo y Lullio, humanistas antes del humanismo, defensores
de la autonomía de la razón y del diálogo intercultural.[Cultura, Artes,
Humanidades. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie Calidad de la
Educación Superior No. 11 ICFES 2002.]
Es bueno recordar que los conceptos de tolerancia
religiosa y cultural imperantes en la civilización islámica en el tránsito del
primer milenio se fueron disolviendo como una respuesta a las guerras de
agresión denominadas “Las Cruzadas”. El desconocimiento de la
historia lleva a repetir errores con consecuencias perversas.
Si nos remontamos más hacia el pasado, se
encuentran centros de educación superior e investigación que bien merecen el
calificativo de universidades. El museo y la biblioteca de Alejandría, cuya financiación
corría a cargo de los faraones de la dinastía de los Ptolomeo, parece ser uno
de los primeros ejemplos de financiación “oficial”,
aunque es bueno reconocer que en esa época, en forma más generalizada que en la
actual, algunos gobernantes confundían los recursos del estado con los propios.
Es difícil no aceptar que la Academia de Platón se constituye como una
institución precursora de la universidad europea. Hay indicios para aventurar
la hipótesis de que su financiación corría a cargo de los estudiantes, personas
de abolengo de la sociedad ateniense; otra parte corría tal vez directamente a
cargo de Platón, descendiente de reyes y gobernantes, heredero de tierras que
hoy llamaríamos de alta valorización. La academia funcionaba en los terrenos de
Academus, cuyo propietario la heredó de Hiparco (quien no debe confundirse con
el astrónomo del mismo nombre). En este terreno se edificó el museo, salones y
habitaciones para maestros y estudiantes. ¿No rememora este concepto al de las
primeras universidades europeas que creían que el internado debía ser
obligatorio para permitir el intercambio de ideas y saberes?
De la Edad Media al
Renacimiento
La enseñanza en la academia del medioevo se
concentraba en el trivium y
el cuadrivium. El primero comprendía
la lógica, la gramática y la retórica, esta última muy útil para tareas como la
redacción de cartas y discursos, tareas esenciales para la supervivencia del
estado. El segundo comprende la aritmética, la geometría, la astronomía y la
música. Es bueno recordar que todo el conocimiento matemático, hasta bien
entrado el siglo XVI, es similar al que hoy tiene un buen estudiante de
bachillerato: la geometría de Euclides, las cónicas de Apolonio, la aritmética
de Arquímedes y de Diofanto.
El tránsito hacia la academia del Renacimiento
se produce cuando los humanistas abandonan el cuadrivium y le dán énfasis a la filosofía moral
y particularmente a la literatura. Este paso es liderado por Abelardo, al insistir en
el análisis crítico de los textos clásicos como oposición al escolasticismo “el
maestro dice”. Sacrificando un poco el rigor puede decirse que la
transición refleja el reconocimiento de lo que los textos pueden describrir:
realidades (historia) o mitos; la literatura aparece así como género
independiente.
Es imposible no evocar la similitud con la
situación actual que permite el acceso a todo tipo de información, gracias a la
tecnología del Internet; lo que hace necesario desarrollar el pensamiento crítico que permita diferenciar entre información calificada,
validada con metodología crítica, y los simples datos, algunos de ellos
inconsistentes. Parafraseando a Morin, hay que
dar el paso de los datos a la información, de ésta al conocimiento y de éste a
la sabiduría. ¿No es éste uno de los objetivos
básicos de la educación superior?
Hoy como ayer la Universidad debe desarrollar el
pensamiento crítico y analítico, el manejo de símbolos y lenguajes elaborados,
la capacidad para contextualizar y asumir la conciencia de la responsabilidad social
que implica el poder que se deriva del conocimiento.
En el siglo XIX se produce una profunda
modificación en la concepción de la Universidad, la denominada reforma de Humbolt, la
investigación como la prioridad del oficio universitario para que éste
contribuya a la consolidación del estado-nación.
El dramático descenso en los costos de
transferir información ha ido permeando cambios en los sistemas de enseñanza en
la universidad: aparece la universidad virtual, la no presencial. Sin embargo, persistirá
el método de enseñanza directa profesor-alumno, unido a las nuevas tecnologías.
Quienes decretan la muerte del sistema tradicional de enseñanza tal vez no
recuerdan que un método no presencial -los cursos por correspondencia-,
tuvieron su época antes de la segunda guerra mundial y murieron cuando la
Universidad expandió sus campus y fue posible que un porcentaje significativo
de la población joven pudiera acudir a ellas.
La universidad como
sitio de encuentro
La historia de la universidad muestra qué tan
antiguas son las notas esenciales de esta institución y cómo se transforma en
el tiempo. También muestra la diversidad de sus formas de existencia y aporta
sugerencias valiosas para descubrir espacios descuidados de trabajo intelectual
y de goce del
encuentro con el conocimiento.
En su novela Baudolino, Umberto Eco recrea el origen
de la Universidad de París. Antes de la construcción de las aulas, el
intercambio de académicos y estudiantes tenía lugar en las casas de éstos o
aquéllos, pero el más importante sitio de discusión y aprendizaje era la
taberna. Poco a poco se va estructurando la infraestructura de aulas y la
taberna va cediendo el paso al café.
Esta institución -fundamental de la universidad- permitió también, en concepto de Steiner, [George Steiner “La Idea de Europa”. Biblioteca Editorial Siruela 2005.] configurar la idea de Europa. En sus palabras “Europa está compuesta de cafés. Éstos se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odessa. No hay cafés en Moscú, que es ya un suburbio de Asia... ninguno en Norteamérica... El café es un lugar de cita y la conspiración por el debate intelectual y el cotilleo... Quienes quisieran conocer a Freud, a Musil, a Carnap sabían en qué café buscarlos.” En el café la Choppe, Sartre escribe El ser y la nada, y en uno de Ginebra Lenin escribe su tratado de empirocriticismo y juega al ajedrez con Trotsky.
Esta institución -fundamental de la universidad- permitió también, en concepto de Steiner, [George Steiner “La Idea de Europa”. Biblioteca Editorial Siruela 2005.] configurar la idea de Europa. En sus palabras “Europa está compuesta de cafés. Éstos se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odessa. No hay cafés en Moscú, que es ya un suburbio de Asia... ninguno en Norteamérica... El café es un lugar de cita y la conspiración por el debate intelectual y el cotilleo... Quienes quisieran conocer a Freud, a Musil, a Carnap sabían en qué café buscarlos.” En el café la Choppe, Sartre escribe El ser y la nada, y en uno de Ginebra Lenin escribe su tratado de empirocriticismo y juega al ajedrez con Trotsky.
El campus universitario que se está consolidando
en el centro histórico de Bogotá debe complementarse con los otrora llamados
cafés literarios y con espacios amables en donde puedan discutirse inquietudes
de filosofía y problemas de ciencias, entre estudiantes y profesores que,
despojándose de su investidura y de la barrera que impone un escritorio,
permitan un diálogo más constructivo.
Como las palabras crean realidades, el concepto de disciplina
evoca la autoflagelación; está asociada al castigo y nombra una especie de látigo como
instrumento para causar dolor. La modificación de los espacios y la forma de
acercarse a los saberes -no a la disciplina- permite el tránsito hacia el
placer del saber. [[Disciplinas. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie
Calidad de la Educación Superior No. 4 ICFES 2002.]]
En esta forma se complementa el objetivo de la
pertinencia de la enseñanza con el hedonismo, en el sentido del placer y del enviciarse
por el conocimiento.[Antanas Mockus, “Pertinencia Futuro de la Universidad
Colombiana”. Bogotá 1994 - Mimeógrafo]
Esta idea de que, a pesar de la dificultad de
algunos temas, el estudio no se opone a la felicidad es también muy antigua. El Liceo de Aristóteles
era una institución dedicada a la satisfacción del deseo de saber.[Fabio Ramírez, S.J.
“Las Formas del Saber según Aristóteles”. Universidad Javeriana 2001.]
Misión de la universidad
El avance de la globalización, o mundialización en
palabras de Derrida, está modificando profundamente el objetivo de la educación
superior.
Marek Kwiek señala que el concepto de estado-nación como un proyecto político y
cultural se está debilitando. Adicionalmente, el papel del Estado, y en
particular el del Estado benefactor, está decreciendo y con él su instrumento
ideológico -la universidad-, cuya concepción está inspirada por la de Humbolt
al reformar la universidad alemana.
Este modelo de educación superior aún conserva
su influencia en la universidad latinoamericana, pero el objetivo de apoyar la
cultura nacional y formar personas educadas para vivir en el Estado nación se
va diluyendo. Hoy no es extraño encontrar voces que proclaman que el papel de
la universidad debe ser el de una corporación educativa que tenga como objeto
entrenar especialistas en forma rápida, barata y eficiente.[Marek Kweik
“Globalization and Higher Education” CARFAX Publishing - Higher Education in
Europe” Vol. XXVI No. 1, 2001.]
Sin embargo, este objetivo ignora que el papel de la Universidad no es sólo formar profesionales para satisfacer las necesidades de la sociedad, sino fundamentalmente formar personas para que puedan vivir plenamente y en lo posible conocer el ideal de la felicidad.
Sin embargo, este objetivo ignora que el papel de la Universidad no es sólo formar profesionales para satisfacer las necesidades de la sociedad, sino fundamentalmente formar personas para que puedan vivir plenamente y en lo posible conocer el ideal de la felicidad.
Si se tiene en cuenta el cambio demográfico y la
creciente productividad, no es de extrañar que en poco tiempo, la vida laboral
de un profesional tendrá una duración inferior a su vida como jubilado o tendrá
jornadas laborales de menor duración y con alta necesidad de emplear
productivamente, en el sentido de desarrollo cultural e integral, su tiempo
libre.
El más noble objetivo de la Universidad es el de
conducir al hombre a la Ilustración, en el sentido que Kant le da a este
concepto: la superación de la “minoría de edad” que significa la
incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro.
En palabras de Kant “¡Es tan
cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director
espiritual que remplaza mi conciencia moral... Si puedo pagar no necesito
pensar, otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea...”
El resto del texto presentaba discusiones sobre la universidad colombiana en forma mas especifica