lunes, 19 de septiembre de 2011

LAS UNIVERSIDADES LATINOAMERICANAS

La Universidad Latinoamericana del Futuro:Tendencias-Escenarios-Alternativas Rodrigo Arocena y Judith Sutz


Primera parte: La presencia del pasado
Capítulo 1. La conformación histórica de una memoriosa institución original
Los militares, los diplomáticos, todos los profesionales dan mayor valor a la historia de la institución a la que pertenecen que los profesores universitarios a la historia de la universidad en general y a la de aquélla en la que trabajan, afirma Buarque (1993: 82), quien sostiene que ese desprecio resulta en parte de la visión departamentalizada que ve a la curiosidad histórica como una obligación de historiadores, así como un exotismo extravagante y poco serio cuando la desempeñan docentes de otras áreas. Ese desprecio por la historia, afirma el autor citado, dificulta la comprensión y la superación de la crisis actual. Coincidiendo con ese punto de vista, desde nuestra preocupación por el futuro, comenzamos por una mirada al pasado.

La Universidad Hispanoamericana

Suele hablarse de la Universidad Latinoamericana. Pero, cuando se mira a la historia, una división se impone. En la sección americana del imperio portugués la universidad realmente no existió, mientras que, en la América que fuera conquistada por los españoles, la universidad es una institución cuya trayectoria de más de cuatro siglos se inicia con la conquista misma, y se vio profundamente alterada por una "revolución", el Movimiento de la Reforma Universitaria, que se desencadenó cuando en Brasil la universidad, en sentido propio, todavía no existía.

"En América Latina y el Caribe, la Universidad fue creada antes que el resto de la educación y, por muchísimo tiempo, fue la única institución que impartió enseñanza postsecundaria. A menos de medio siglo del descubrimiento, cuando 'aún olía a pólvora y todavía se trataba de limpiar las armas y herrar los caballos', según la frase del cronista Vázquez, se establece en Santo Domingo, en 1538, la primera Universidad del Nuevo Mundo." (Tünnerman, 1996: 17) En 1551 se crean las Universidades de San Marcos de Lima y de México, cuando toda vía no había ninguna en lo que sería los Estados Unidos. "A la época en que Harvard fue fundada (1636) América Latina contaba con 13 Universidades, que llegaron a 31 al producirse la independencia." (ídem)
Entre las potencias coloniales europeas, la prioridad acordada a la fundación de universidades en tierras colonizadas constituye una verdadera excepción española. Portugal, por el contrario, consideró a la obligación de estudiar en la metrópoli, impuesta a quienes quisieran acceder a la universidad y hubieran nacido en las colonias, como un sustento de la dependencia de estas últimas. (Steger, 1974: 103-104, 156)

Pero, aunque las creaciones formales de universidades fueron más de 30, algunas no pasaron de lo nominal, y se ha dicho que sólo se puede reconocer nivel acorde al nombre a unas pocas que incluyen las de México, Lima, Córdoba y Santiago de Chile.

"Las universidades llegaron a América [...] como un producto experimentado y surgido del contexto histórico europeo. Fueron transplantadas y recibidas aquí junto con el poder real y con la cruz. Unas fueron autorizadas por el Papa, como las de Santo Domingo, Bogotá y Quito; otras por el Rey, como en los casos de las Universidades de México, Lima y Santiago de la Paz (Santo Domingo). Al igual que en Europa, su tierra de origen, la universidad americana quedó colocada desde su propia instalación en el Nuevo Mundo entre los poderes eclesiástico y real. Pero, a diferencia de las viejas universidades europeas, ella nació de la voluntad de esos poderes antes que desarrollarse 'contra ellos', como ocurrió en París, Oxford o Bolonia.

En efecto, en esos lugares, al igual que en Salamanca o Alcalá, las autoridades daban su aval a congregaciones previamente establecidas; reconocían meramente a una societas o ayuntamiento que preexistía a su sanción por parte del poder. Podía ser una congregación de alumnos, como fue en Bolonia, de doctores y maestros, como en París, o de ambos, como quizás fue el caso de Salamanca. Al decir de Le Goff, estas corporaciones se organizaron lentamente, mediante conquistas sucesivas. Los estatutos que reciben sólo vienen a sancionar esas conquistas; no las crean por anticipado como ocurriría, en cambio, en el caso de la universidad americana. En seguida, las viejas universidades europeas adquieren su autonomía luchando 'contra los poderes eclesiásticos tanto como contra los poderes laicos' [Le Goff]. Por el contrario, en el Nuevo Mundo, las universidades son importadas y su establecimiento es otorgado desde arriba y desde fuera, por un acto administrativo." (Brunner, 1990:14-15)

Lo que se importa, por decisión de los poderes laicos y religiosos, es pues una institución cuya idea de universidad responde al modelo medieval europeo.

Más concretamente: “Salamanca y Alcalá de Henares, las dos universidades españolas más famosas de la época, fueron los modelos que inspiraron las fundaciones universitarias en el Nuevo Mundo.” (Tünnerman, 1999: 14) La primera de todas, en Santo Domingo, respondió al modelo de “convento-universidad” de Alcalá, universidad centralmente preocupada por la teología, cuyo rector era también el prior del convento, y con mayor independencia del poder civil. Salamanca en cambio, la primera universidad de España, se vinculó en sus orígenes con la idea de servicio a la nación, o más bien a la monarquía. “Las dos fundaciones universitarias más importantes del período colonial, Lima y México, ambas de 1551, fueron creadas por iniciativa de la corona y tuvieron el carácter de universidades mayores, reales y pontificias. Su influencia en las restantes universidades del Nuevo Mundo fue decisiva. Sus constituciones y estatutos, inspirados en la tradición salamantina hasta en los menores detalles, fueron adoptados o copiados por muchas otras universidades del continente. En su trayectoria evolucionaron hasta constituirse en ‘universidades del virreinato’, y son las precursoras de las universidades nacionales de América Latina. Santo Domingo, en cambio, puede considerarse como el antecedente de las universidades católicas o privadas.” (Idem: 17-18)

Importa detenerse todavía en las características de los modelos y en la evolución posterior de las copias.

Se ha sostenido que ya en el siglo XIII las universidades en tierras españolas se caracterizaban por su estrecha relación con las monarquías de sus respectivos territorios: de acuerdo a la posición que Alfonso el Sabio asignó a Salamanca, cada una disponía del monopolio docente en un territorio determinado y estaban bajo la directa autoridad real. Cabe pues calificarlas de universidades estatales. (Steger, 1974: 160) Este "modelo salamantino" orientó a tres de las seis universidades hispanoamericanas fundadas en el siglo XVI, las de México, Lima y Santiago de la Paz, esta última la segunda establecida en tierras dominicanas, y en oposición a la ya existente. Como ya se observó, las otras tres universidades -las de Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo, Bogotá y Quito- respondían al modelo de Alcalá; este último devino hegemónico, tanto en España como en América a partir del desencadenamiento de la Contrarreforma, sobrepasando la influencia original de las pautas culturales de Salamanca, universidad que había tenido un espíritu más abierto, dispuesto incluso a aceptar las enseñanzas de Copérnico. Así, un cierto talante humanista habría caracterizado los primeros tiempos de la Universidad de México. Pero ello no duró: más allá de las diferencias de origen y de estructura de los diversos establecimientos, la importación de la universidad a la América Hispana tiene lugar en el clima espiritual de la Contrarreforma; la institución debe formar los nuevos grupos dirigentes y ser un puntal de la "conquista espiritual". (Steger, 1974: 163-164) Este propósito lo ilustra elocuentemente el impulso fundacional de los jesuitas, que en el breve lapso que va de 1622 a 1625 establecieron seis universidades en América del Sur (Idem: 182).

Esa institución importada tuvo, como sus modelos originales, un carácter unitario: "La estructura académica de la Universidad colonial respondió a una concepción y a un propósito muy definidos, lo que le permitió ser una institución unitaria. Se organizó como una totalidad y no como un simple agregado de partes, con una visión propia del mundo, del hombre y la sociedad." (Tünnerman, 1996: 18)

Se ha destacado asimismo “la pretensión de la universidad colonial de autogobernarse mediante la acción de sus claustros, pretensión que constituye un antecedente importante de la autonomía universitaria, de la cual la universidad colonial jamás llegó a disfrutar plenamente. También debemos recordar la participación estudiantil en el claustro de consiliarios de algunas de estas universidades, así como el derecho a votar en el discernimiento de las cátedras de que disfrutaron sus alumnos, preciosos antecedentes de la co-gestión universitaria, que constituye una de las características de la universidad latinoamericana.” (Tünnerman, 1999: 22) Este rasgo se vincula también a la tradición original de Salamanca, que incorporaba rasgos propios de la "universidad de estudiantes" según el modelo de Bolonia, por oposición al de París, "universidad de profesores"; así, los estudiantes de la Universidad de México intervenían en la designación de los docentes, pero en ese caso como en los otros el dominio de la institución correspondía a los profesores y a la disciplina religiosa (Steger, 1974: 160-161, 201).

Ahora bien, en el Viejo Mundo, la Universidad fue una creación colectiva original. Pero su evolución histórica la mantuvo al margen de las corrientes culturales más renovadoras de la época en que la misma fue transplantada al Nuevo Mundo. El Renacimiento apenas la rozó. La ciencia moderna se creó y desarrolló en otros ámbitos. El libre examen, la experimentación, la atención a la práctica, el programa baconiano de aplicación de la ciencia naciente al progreso humano fueron rasgos especialmente ajenos a la cultura dominante de la España imperial. Su decadencia económica y cultural empezó a gestarse, cuando Colón no ha llegado a América, con la expulsión de los judíos; siguió con la destrucción de la agricultura mora, y se afianzó con el primado de la Inquisición. Es en una de sus versiones más pobres que aquella idea de universidad llegó a estas tierras, para dejar una huella duradera en la corrientes culturales dominantes, ajenas a las ciencias y a las ingenierías, despreciadoras de la tecnología y del trabajo práctico.

Sin desmedro de ciertas diferencias, como conjunto la universidad colonial tuvo "una vida propia del último período de la escolástica". Incluso un cierto desarrollo de la actividad de investigación durante el siglo XVIII, visto como reflejo hispanoamericano de la Ilustración, tuvo el carácter de "ciencia extrauniversitaria", basada en instituciones promovidas directamente por la monarquía borbónica y a menudo resistidas desde las universidades, como la Escuela de Minería, la Academia de Pintura y Escultura y el Jardín Botánico de Méxco, que llevaron a Humboldt a decir que se trataba de la ciudad del Nuevo Mundo, Estados Unidos incluidos, con las instituciones científicas más grandes y firmemente fundadas. (Steger, 1974).

La universidad colonial fue una institución de funcionamiento a menudo precario, con grandes problemas para conseguir catedráticos de alto nivel, muy escasa actividad científica y no demasiados alumnos. Sin embargo, no sólo brindó una formación de tipo universitario a un número significativo de personas sino que también preparó a muchos jóvenes de 12 a 17 años, que después no siguieron estudios superiores pero fueron maestros, sacerdotes, funcionarios: "desde su establecimiento, la universidad jugó en América un papel crucial en las 'luchas por la hegemonía' social, política y cultural, formando a un sector de las élites superiores y, a la vez, a un número significativo de las intelectuales intermedios e inferiores, al tiempo que -por la propia estructura de la sociedad- ella se mantenía relativamente alejada del mundo de la producción y de la difusión de las técnicas." (Brunner, 1990: 16)

Ese papel lo jugó contribuyendo al afianzamiento de una estructura donde la "limpieza de sangre" era requisito tanto para un puesto administrativo superior como para la admisión en los últimos exámenes universitarios (Steger, 1974: 203 nota). Todavía en 1805 la Universidad de Quito le negó al brillante estudioso José Mejía un título en derecho por su origen ilegítimo (Idem, 232)

No es de extrañar que la universidad colonial hispanoamericana se mostrara más bien ajena a las luchas por la Independencia. Actuó junto a los grupos dominantes y fue parte destacada de la estructura de poder creada por la conquista, con la cual inició su trayectoria secular.

Distinta fue la historia en la tierras de dominio lusitano. "A diferencia con el resto de América, el Brasil llega a la independencia sin contar con ninguna universidad. [...] las universidades de la América española prepararon, durante el período colonial, 150.000 graduados. Se calcula que [... entre 1577 y 1822] tan sólo 2.500 jóvenes nacidos en Brasil siguieron cursos en Coimbra. Verifícase así cuán reducido fue el número de cuadros de nivel superior de que dispuso Brasil para dirigir su vida independiente. Este país recién instituyó sus primeras escuelas de enseñanza superior en la década anterior a la independencia [que tuvo lugar en 1822]." (Ribeiro, 1971: 62) No habrá allí universidad propiamente dicha antes del siglo XX. A esta experiencia nos referiremos especialmente en un capítulo posterior.

En Hispanoamérica, después de la Independencia, parecen coexistir a lo largo del siglo XIX la decadencia de la universidad colonial con los esfuerzos incipientes de las nuevas Repúblicas para crear una institución distinta.

Por un lado, se asiste a la disolución más o menos rápida de la vieja institución, calificada de escolástica, atrasada y rutinaria, que en algunos casos sobrevive de hecho hasta el siglo siguiente y en otros es disuelta, como sucedió con la Universidad de México, calificada por el gobierno que tomó la medida de "inútil, irreformable y perniciosa". Por otro lado, se crean o se reestructuran universidades que dependen estrechamente del gobierno y, a la vez, tienen una responsabilidad muy amplia en el conjunto del sistema educacional.

El trabajo continua el que lo quiera leer lo puede conseguir en internet, me pareció util como texto que une muchos temas que dimos en clase, por eso también remarqué algunos puntos del texto. LMI

lunes, 30 de mayo de 2011

ESCUELAS GRIEGAS Y ROMANAS

He extractado  solo  una parte de un  discurso de toma de  posesión del Rectorado de una Universidad colombiana  presentado en una publicación de aquel país, que en reconocimiento a Borges se llama  Revista Aleph.  (Isaza JF. La Universidad, signo estratégico de nuestro tiempo. El Aleph  Viernes, 16 Junio 2006 . Disponible en : http://www.revistaaleph.com.co/component/k2/item/51-la-universidad-signo-estrategico-de-nuestro-tiempo.html)

Me pareció interesante el recorrido de la historia de las universidad que presenta en forma sintética, nombrando muchos de los temas que se trabajan en la clase.  Los subrayados en rojo son personales, la idea era marcar los diferentes temas  que aquí se presentan. 


.. “Una idea básica de qué es una universidad, que tiene aceptación general, es la de que se trata de un sitio de encuentro -real o virtual- donde se transmite y se crea conocimiento. Sin embargo, ni la transmisión de conocimiento ni la investigación son monopolio de las instituciones de educación superior. Puede avanzarse la hipótesis de que una universidad requiere al menos de docentes, investigadores y estudiantes. Pero algunas universidades no satisfacen estos mínimos. La Universidad de Naciones Unidas no tiene estudiantes ni profesores, carece de campus, pero es un centro de investigación, a escala planetaria, sobre temas trascendentes del desarrollo y la paz.

La tradición occidental quiere que el origen de la Universidad sea la agremiación de estudiantes y maestros que se crea en Bolonia, supuestamente hacia el año 1090, y que luego se extiende a París y Oxford. Su origen gremial, autónomo en el sentido de evitar que los príncipes ejercieran su poder y orientación, la llevó a aceptar protección de los obispos como una forma de defender su autonomía. No deja de sorprender cómo cambian los tiempos.

La procedencia de los estudiantes de diferentes estados, provincias, obispados o reinos; su carácter pan-europeo, que el eurocentrismo denomina universal, le dio el nombre a la institución que antecedió en varios siglos al Estado-Nación.

El origen de la universidad medieval hay que buscarlo en los monasterios y en las escuelas catedralicias. Quienes consideran que la esencia de la universidad es la investigación se verán llevados a aceptar que los monasterios, como centros de preservación e interpretación de la cultura clásica, encajan en el concepto de“centros de investigación” y, por lo tanto, serían precursores de la Universidad.

Dos siglos antes de la creación de la Universidad de Bolonia, en la multicultural, multireligiosa y tolerante ciudad de Fes, se crea bajo la iniciativa de Fátima, la hija del califa, un centro de estudios que va más allá de las “madrazzas”, en las cuales sólo se enseñaba el Corán. Allí se estudiaba la astronomía de Al Biruna, quien, 400 años antes que Copérnico, publicó el sistema heliocéntrico como un mejor modelo del cosmos que el geocéntrico, el cual es el aceptado en Europa hasta bien entrado el Renacimiento. Si se reconoce que el conocimiento de medicina, hidráulica, aritmética imperante en el Norte de África y Andalucía, era muy superior al de la Europa de Carlomagno, y que con alta probabilidad estas artes se enseñaban en Fes, no parece existir razón válida para no darle a esta institución el calificativo de universidad, como lo señala Carlos Augusto Hernández. Al mismo tiempo, en Bagdad y en Córdoba podían encontrarse aspectos de la sabiduría de Aristóteles y de la poesía filosófica de Platón; allí podía aprenderse la matemática de Arquímedes, las claves de la música y el orden del cosmos; allí se hacía visible la inteligencia universal que Averroes leyó en Aristóteles; una inteligencia compartida por los hombres de religiones y culturas antagónicas. Estos centros son los predecesores de la teoría de tolerancia y espíritu crítico que pregonarán luego Abelardo y Lullio, humanistas antes del humanismo, defensores de la autonomía de la razón y del diálogo intercultural.[Cultura, Artes, Humanidades. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie Calidad de la Educación Superior No. 11 ICFES 2002.]

Es bueno recordar que los conceptos de tolerancia religiosa y cultural imperantes en la civilización islámica en el tránsito del primer milenio se fueron disolviendo como una respuesta a las guerras de agresión denominadas “Las Cruzadas”. El desconocimiento de la historia lleva a repetir errores con consecuencias perversas.

Si nos remontamos más hacia el pasado, se encuentran centros de educación superior e investigación que bien merecen el calificativo de universidades. El museo y la biblioteca de Alejandría, cuya financiación corría a cargo de los faraones de la dinastía de los Ptolomeo, parece ser uno de los primeros ejemplos de financiación “oficial”, aunque es bueno reconocer que en esa época, en forma más generalizada que en la actual, algunos gobernantes confundían los recursos del estado con los propios.

Es difícil no aceptar que la Academia de Platón se constituye como una institución precursora de la universidad europea. Hay indicios para aventurar la hipótesis de que su financiación corría a cargo de los estudiantes, personas de abolengo de la sociedad ateniense; otra parte corría tal vez directamente a cargo de Platón, descendiente de reyes y gobernantes, heredero de tierras que hoy llamaríamos de alta valorización. La academia funcionaba en los terrenos de Academus, cuyo propietario la heredó de Hiparco (quien no debe confundirse con el astrónomo del mismo nombre). En este terreno se edificó el museo, salones y habitaciones para maestros y estudiantes. ¿No rememora este concepto al de las primeras universidades europeas que creían que el internado debía ser obligatorio para permitir el intercambio de ideas y saberes?

De la Edad Media al Renacimiento

La enseñanza en la academia del medioevo se concentraba en el trivium y el cuadrivium. El primero comprendía la lógica, la gramática y la retórica, esta última muy útil para tareas como la redacción de cartas y discursos, tareas esenciales para la supervivencia del estado. El segundo comprende la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Es bueno recordar que todo el conocimiento matemático, hasta bien entrado el siglo XVI, es similar al que hoy tiene un buen estudiante de bachillerato: la geometría de Euclides, las cónicas de Apolonio, la aritmética de Arquímedes y de Diofanto.

El tránsito hacia la academia del Renacimiento se produce cuando los humanistas abandonan el cuadrivium y le dán énfasis a la filosofía moral y particularmente a la literatura. Este paso es liderado por Abelardo, al insistir en el análisis crítico de los textos clásicos como oposición al escolasticismo “el maestro dice”. Sacrificando un poco el rigor puede decirse que la transición refleja el reconocimiento de lo que los textos pueden describrir: realidades (historia) o mitos; la literatura aparece así como género independiente.

Es imposible no evocar la similitud con la situación actual que permite el acceso a todo tipo de información, gracias a la tecnología del Internet; lo que hace necesario desarrollar el pensamiento crítico que permita diferenciar entre información calificada, validada con metodología crítica, y los simples datos, algunos de ellos inconsistentes. Parafraseando a Morin, hay que dar el paso de los datos a la información, de ésta al conocimiento y de éste a la sabiduría. ¿No es éste uno de los objetivos básicos de la educación superior?

Hoy como ayer la Universidad debe desarrollar el pensamiento crítico y analítico, el manejo de símbolos y lenguajes elaborados, la capacidad para contextualizar y asumir la conciencia de la responsabilidad social que implica el poder que se deriva del conocimiento.

En el siglo XIX se produce una profunda modificación en la concepción de la Universidad, la denominada reforma de Humbolt, la investigación como la prioridad del oficio universitario para que éste contribuya a la consolidación del estado-nación.

El dramático descenso en los costos de transferir información ha ido permeando cambios en los sistemas de enseñanza en la universidad: aparece la universidad virtual, la no presencial. Sin embargo, persistirá el método de enseñanza directa profesor-alumno, unido a las nuevas tecnologías. Quienes decretan la muerte del sistema tradicional de enseñanza tal vez no recuerdan que un método no presencial -los cursos por correspondencia-, tuvieron su época antes de la segunda guerra mundial y murieron cuando la Universidad expandió sus campus y fue posible que un porcentaje significativo de la población joven pudiera acudir a ellas.

La universidad como sitio de encuentro

La historia de la universidad muestra qué tan antiguas son las notas esenciales de esta institución y cómo se transforma en el tiempo. También muestra la diversidad de sus formas de existencia y aporta sugerencias valiosas para descubrir espacios descuidados de trabajo intelectual y de goce del encuentro con el conocimiento.

En su novela Baudolino, Umberto Eco recrea el origen de la Universidad de París. Antes de la construcción de las aulas, el intercambio de académicos y estudiantes tenía lugar en las casas de éstos o aquéllos, pero el más importante sitio de discusión y aprendizaje era la taberna. Poco a poco se va estructurando la infraestructura de aulas y la taberna va cediendo el paso al café. 

Esta institución -fundamental de la universidad- permitió también, en concepto de Steiner, [George Steiner “La Idea de Europa”. Biblioteca Editorial Siruela 2005.] configurar la idea de Europa. En sus palabras “Europa está compuesta de cafés. Éstos se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odessa. No hay cafés en Moscú, que es ya un suburbio de Asia... ninguno en Norteamérica... El café es un lugar de cita y la conspiración por el debate intelectual y el cotilleo... Quienes quisieran conocer a Freud, a Musil, a Carnap sabían en qué café buscarlos.” En el café la Choppe, Sartre escribe El ser y la nada, y en uno de Ginebra Lenin escribe su tratado de empirocriticismo y juega al ajedrez con Trotsky.

El campus universitario que se está consolidando en el centro histórico de Bogotá debe complementarse con los otrora llamados cafés literarios y con espacios amables en donde puedan discutirse inquietudes de filosofía y problemas de ciencias, entre estudiantes y profesores que, despojándose de su investidura y de la barrera que impone un escritorio, permitan un diálogo más constructivo.

Como las palabras crean realidades, el concepto de disciplina evoca la autoflagelación; está asociada al castigo y nombra una especie de látigo como instrumento para causar dolor. La modificación de los espacios y la forma de acercarse a los saberes -no a la disciplina- permite el tránsito hacia el placer del saber. [[Disciplinas. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie Calidad de la Educación Superior No. 4 ICFES 2002.]]
En esta forma se complementa el objetivo de la pertinencia de la enseñanza con el hedonismo, en el sentido del placer y del enviciarse por el conocimiento.[Antanas Mockus, “Pertinencia Futuro de la Universidad Colombiana”. Bogotá 1994 - Mimeógrafo]

Esta idea de que, a pesar de la dificultad de algunos temas, el estudio no se opone a la felicidad es también muy antigua. El Liceo de Aristóteles era una institución dedicada a la satisfacción del deseo de saber.[Fabio Ramírez, S.J. “Las Formas del Saber según Aristóteles”. Universidad Javeriana 2001.]

Misión de la universidad

El avance de la globalización, o mundialización en palabras de Derrida, está modificando profundamente el objetivo de la educación superior. Marek Kwiek señala que el concepto de estado-nación como un proyecto político y cultural se está debilitando. Adicionalmente, el papel del Estado, y en particular el del Estado benefactor, está decreciendo y con él su instrumento ideológico -la universidad-, cuya concepción está inspirada por la de Humbolt al reformar la universidad alemana.

Este modelo de educación superior aún conserva su influencia en la universidad latinoamericana, pero el objetivo de apoyar la cultura nacional y formar personas educadas para vivir en el Estado nación se va diluyendo. Hoy no es extraño encontrar voces que proclaman que el papel de la universidad debe ser el de una corporación educativa que tenga como objeto entrenar especialistas en forma rápida, barata y eficiente.[Marek Kweik “Globalization and Higher Education” CARFAX Publishing - Higher Education in Europe” Vol. XXVI No. 1, 2001.] 

Sin embargo, este objetivo ignora que el papel de la Universidad no es sólo formar profesionales para satisfacer las necesidades de la sociedad, sino fundamentalmente formar personas para que puedan vivir plenamente y en lo posible conocer el ideal de la felicidad.

Si se tiene en cuenta el cambio demográfico y la creciente productividad, no es de extrañar que en poco tiempo, la vida laboral de un profesional tendrá una duración inferior a su vida como jubilado o tendrá jornadas laborales de menor duración y con alta necesidad de emplear productivamente, en el sentido de desarrollo cultural e integral, su tiempo libre.

El más noble objetivo de la Universidad es el de conducir al hombre a la Ilustración, en el sentido que Kant le da a este concepto: la superación de la “minoría de edad” que significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro.


En palabras de Kant “¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que remplaza mi conciencia moral... Si puedo pagar no necesito pensar, otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea...”

 El resto del texto presentaba discusiones sobre la universidad colombiana en forma mas especifica

domingo, 29 de mayo de 2011

ESCUELAS EGIPCIAS

He extractado  solo  una parte de un  discurso de toma de  posesión del Rectorado de una Universidad colombiana  presentado en una publicación de aquel país, que en reconocimiento a Borges se llama  Revista Aleph.  (Isaza JF. La Universidad, signo estratégico de nuestro tiempo. El Aleph  Viernes, 16 Junio 2006 . Disponible en : http://www.revistaaleph.com.co/component/k2/item/51-la-universidad-signo-estrategico-de-nuestro-tiempo.html)

Me pareció interesante el recorrido de la historia de las universidad que presenta en forma sintética, nombrando muchos de los temas que se trabajan en la clase.  Los subrayados en rojo son personales, la idea era marcar los diferentes temas  que aquí se presentan. 


.. “Una idea básica de qué es una universidad, que tiene aceptación general, es la de que se trata de un sitio de encuentro -real o virtual- donde se transmite y se crea conocimiento. Sin embargo, ni la transmisión de conocimiento ni la investigación son monopolio de las instituciones de educación superior. Puede avanzarse la hipótesis de que una universidad requiere al menos de docentes, investigadores y estudiantes. Pero algunas universidades no satisfacen estos mínimos. La Universidad de Naciones Unidas no tiene estudiantes ni profesores, carece de campus, pero es un centro de investigación, a escala planetaria, sobre temas trascendentes del desarrollo y la paz.

La tradición occidental quiere que el origen de la Universidad sea la agremiación de estudiantes y maestros que se crea en Bolonia, supuestamente hacia el año 1090, y que luego se extiende a París y Oxford. Su origen gremial, autónomo en el sentido de evitar que los príncipes ejercieran su poder y orientación, la llevó a aceptar protección de los obispos como una forma de defender su autonomía. No deja de sorprender cómo cambian los tiempos.

La procedencia de los estudiantes de diferentes estados, provincias, obispados o reinos; su carácter pan-europeo, que el eurocentrismo denomina universal, le dio el nombre a la institución que antecedió en varios siglos al Estado-Nación.

El origen de la universidad medieval hay que buscarlo en los monasterios y en las escuelas catedralicias. Quienes consideran que la esencia de la universidad es la investigación se verán llevados a aceptar que los monasterios, como centros de preservación e interpretación de la cultura clásica, encajan en el concepto de“centros de investigación” y, por lo tanto, serían precursores de la Universidad.

Dos siglos antes de la creación de la Universidad de Bolonia, en la multicultural, multireligiosa y tolerante ciudad de Fes, se crea bajo la iniciativa de Fátima, la hija del califa, un centro de estudios que va más allá de las “madrazzas”, en las cuales sólo se enseñaba el Corán. Allí se estudiaba la astronomía de Al Biruna, quien, 400 años antes que Copérnico, publicó el sistema heliocéntrico como un mejor modelo del cosmos que el geocéntrico, el cual es el aceptado en Europa hasta bien entrado el Renacimiento. Si se reconoce que el conocimiento de medicina, hidráulica, aritmética imperante en el Norte de África y Andalucía, era muy superior al de la Europa de Carlomagno, y que con alta probabilidad estas artes se enseñaban en Fes, no parece existir razón válida para no darle a esta institución el calificativo de universidad, como lo señala Carlos Augusto Hernández. Al mismo tiempo, en Bagdad y en Córdoba podían encontrarse aspectos de la sabiduría de Aristóteles y de la poesía filosófica de Platón; allí podía aprenderse la matemática de Arquímedes, las claves de la música y el orden del cosmos; allí se hacía visible la inteligencia universal que Averroes leyó en Aristóteles; una inteligencia compartida por los hombres de religiones y culturas antagónicas. Estos centros son los predecesores de la teoría de tolerancia y espíritu crítico que pregonarán luego Abelardo y Lullio, humanistas antes del humanismo, defensores de la autonomía de la razón y del diálogo intercultural.[Cultura, Artes, Humanidades. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie Calidad de la Educación Superior No. 11 ICFES 2002.]

Es bueno recordar que los conceptos de tolerancia religiosa y cultural imperantes en la civilización islámica en el tránsito del primer milenio se fueron disolviendo como una respuesta a las guerras de agresión denominadas “Las Cruzadas”. El desconocimiento de la historia lleva a repetir errores con consecuencias perversas.

Si nos remontamos más hacia el pasado, se encuentran centros de educación superior e investigación que bien merecen el calificativo de universidades. El museo y la biblioteca de Alejandría, cuya financiación corría a cargo de los faraones de la dinastía de los Ptolomeo, parece ser uno de los primeros ejemplos de financiación “oficial”, aunque es bueno reconocer que en esa época, en forma más generalizada que en la actual, algunos gobernantes confundían los recursos del estado con los propios.

Es difícil no aceptar que la Academia de Platón se constituye como una institución precursora de la universidad europea. Hay indicios para aventurar la hipótesis de que su financiación corría a cargo de los estudiantes, personas de abolengo de la sociedad ateniense; otra parte corría tal vez directamente a cargo de Platón, descendiente de reyes y gobernantes, heredero de tierras que hoy llamaríamos de alta valorización. La academia funcionaba en los terrenos de Academus, cuyo propietario la heredó de Hiparco (quien no debe confundirse con el astrónomo del mismo nombre). En este terreno se edificó el museo, salones y habitaciones para maestros y estudiantes. ¿No rememora este concepto al de las primeras universidades europeas que creían que el internado debía ser obligatorio para permitir el intercambio de ideas y saberes?

De la Edad Media al Renacimiento

La enseñanza en la academia del medioevo se concentraba en el trivium y el cuadrivium. El primero comprendía la lógica, la gramática y la retórica, esta última muy útil para tareas como la redacción de cartas y discursos, tareas esenciales para la supervivencia del estado. El segundo comprende la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Es bueno recordar que todo el conocimiento matemático, hasta bien entrado el siglo XVI, es similar al que hoy tiene un buen estudiante de bachillerato: la geometría de Euclides, las cónicas de Apolonio, la aritmética de Arquímedes y de Diofanto.

El tránsito hacia la academia del Renacimiento se produce cuando los humanistas abandonan el cuadrivium y le dán énfasis a la filosofía moral y particularmente a la literatura. Este paso es liderado por Abelardo, al insistir en el análisis crítico de los textos clásicos como oposición al escolasticismo “el maestro dice”. Sacrificando un poco el rigor puede decirse que la transición refleja el reconocimiento de lo que los textos pueden describrir: realidades (historia) o mitos; la literatura aparece así como género independiente.

Es imposible no evocar la similitud con la situación actual que permite el acceso a todo tipo de información, gracias a la tecnología del Internet; lo que hace necesario desarrollar el pensamiento crítico que permita diferenciar entre información calificada, validada con metodología crítica, y los simples datos, algunos de ellos inconsistentes. Parafraseando a Morin, hay que dar el paso de los datos a la información, de ésta al conocimiento y de éste a la sabiduría. ¿No es éste uno de los objetivos básicos de la educación superior?

Hoy como ayer la Universidad debe desarrollar el pensamiento crítico y analítico, el manejo de símbolos y lenguajes elaborados, la capacidad para contextualizar y asumir la conciencia de la responsabilidad social que implica el poder que se deriva del conocimiento.

En el siglo XIX se produce una profunda modificación en la concepción de la Universidad, la denominada reforma de Humbolt, la investigación como la prioridad del oficio universitario para que éste contribuya a la consolidación del estado-nación.

El dramático descenso en los costos de transferir información ha ido permeando cambios en los sistemas de enseñanza en la universidad: aparece la universidad virtual, la no presencial. Sin embargo, persistirá el método de enseñanza directa profesor-alumno, unido a las nuevas tecnologías. Quienes decretan la muerte del sistema tradicional de enseñanza tal vez no recuerdan que un método no presencial -los cursos por correspondencia-, tuvieron su época antes de la segunda guerra mundial y murieron cuando la Universidad expandió sus campus y fue posible que un porcentaje significativo de la población joven pudiera acudir a ellas.

La universidad como sitio de encuentro

La historia de la universidad muestra qué tan antiguas son las notas esenciales de esta institución y cómo se transforma en el tiempo. También muestra la diversidad de sus formas de existencia y aporta sugerencias valiosas para descubrir espacios descuidados de trabajo intelectual y de goce del encuentro con el conocimiento.

En su novela Baudolino, Umberto Eco recrea el origen de la Universidad de París. Antes de la construcción de las aulas, el intercambio de académicos y estudiantes tenía lugar en las casas de éstos o aquéllos, pero el más importante sitio de discusión y aprendizaje era la taberna. Poco a poco se va estructurando la infraestructura de aulas y la taberna va cediendo el paso al café. 

Esta institución -fundamental de la universidad- permitió también, en concepto de Steiner, [George Steiner “La Idea de Europa”. Biblioteca Editorial Siruela 2005.] configurar la idea de Europa. En sus palabras “Europa está compuesta de cafés. Éstos se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odessa. No hay cafés en Moscú, que es ya un suburbio de Asia... ninguno en Norteamérica... El café es un lugar de cita y la conspiración por el debate intelectual y el cotilleo... Quienes quisieran conocer a Freud, a Musil, a Carnap sabían en qué café buscarlos.” En el café la Choppe, Sartre escribe El ser y la nada, y en uno de Ginebra Lenin escribe su tratado de empirocriticismo y juega al ajedrez con Trotsky.

El campus universitario que se está consolidando en el centro histórico de Bogotá debe complementarse con los otrora llamados cafés literarios y con espacios amables en donde puedan discutirse inquietudes de filosofía y problemas de ciencias, entre estudiantes y profesores que, despojándose de su investidura y de la barrera que impone un escritorio, permitan un diálogo más constructivo.

Como las palabras crean realidades, el concepto de disciplina evoca la autoflagelación; está asociada al castigo y nombra una especie de látigo como instrumento para causar dolor. La modificación de los espacios y la forma de acercarse a los saberes -no a la disciplina- permite el tránsito hacia el placer del saber. [[Disciplinas. Carlos Augusto Hernández, Juliana López. Serie Calidad de la Educación Superior No. 4 ICFES 2002.]]
En esta forma se complementa el objetivo de la pertinencia de la enseñanza con el hedonismo, en el sentido del placer y del enviciarse por el conocimiento.[Antanas Mockus, “Pertinencia Futuro de la Universidad Colombiana”. Bogotá 1994 - Mimeógrafo]

Esta idea de que, a pesar de la dificultad de algunos temas, el estudio no se opone a la felicidad es también muy antigua. El Liceo de Aristóteles era una institución dedicada a la satisfacción del deseo de saber.[Fabio Ramírez, S.J. “Las Formas del Saber según Aristóteles”. Universidad Javeriana 2001.]

Misión de la universidad

El avance de la globalización, o mundialización en palabras de Derrida, está modificando profundamente el objetivo de la educación superior. Marek Kwiek señala que el concepto de estado-nación como un proyecto político y cultural se está debilitando. Adicionalmente, el papel del Estado, y en particular el del Estado benefactor, está decreciendo y con él su instrumento ideológico -la universidad-, cuya concepción está inspirada por la de Humbolt al reformar la universidad alemana.

Este modelo de educación superior aún conserva su influencia en la universidad latinoamericana, pero el objetivo de apoyar la cultura nacional y formar personas educadas para vivir en el Estado nación se va diluyendo. Hoy no es extraño encontrar voces que proclaman que el papel de la universidad debe ser el de una corporación educativa que tenga como objeto entrenar especialistas en forma rápida, barata y eficiente.[Marek Kweik “Globalization and Higher Education” CARFAX Publishing - Higher Education in Europe” Vol. XXVI No. 1, 2001.] 

Sin embargo, este objetivo ignora que el papel de la Universidad no es sólo formar profesionales para satisfacer las necesidades de la sociedad, sino fundamentalmente formar personas para que puedan vivir plenamente y en lo posible conocer el ideal de la felicidad.

Si se tiene en cuenta el cambio demográfico y la creciente productividad, no es de extrañar que en poco tiempo, la vida laboral de un profesional tendrá una duración inferior a su vida como jubilado o tendrá jornadas laborales de menor duración y con alta necesidad de emplear productivamente, en el sentido de desarrollo cultural e integral, su tiempo libre.

El más noble objetivo de la Universidad es el de conducir al hombre a la Ilustración, en el sentido que Kant le da a este concepto: la superación de la “minoría de edad” que significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro.


En palabras de Kant “¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que remplaza mi conciencia moral... Si puedo pagar no necesito pensar, otros asumirán por mí tan fastidiosa tarea...”

 El resto del texto presentaba discusiones sobre la universidad colombiana en forma mas especifica

LAS ESCUELAS PERSAS Y ARABES


El imperio persa por el siglo IV d.C. comprendía los actuales países de Iran, Irak, Armenia, Afganistán y partes del este de Turquía y Siria, además de parte de Pakistan, el Cáucaso, Asia Central y Arabia. El noveno rey de este Imperio Shapour II, escogió la ciudad de Gundishapur, como su capital y construyó en ella un centro líder del mundo antiguo que incluía un hospital, una universidad y una biblioteca de ocho pisos y 259 pasillos que contenían aproximadamente 400.000 libros. Gundishapur se fue convirtiendo en el centro médico más importante de los siglos VI y VII y atrajo a muchos científicos distinguidos de Grecia, Egipto, India y Roma. Les dio la bienvenida a los médicos nestorianos que habiendo sido expulsados del imperio bizantino luego del concilio de Efeso y se habían mudado a trabajar en las famosas Escuelas de Nisibis y Edessa en Siria. Al cerrar estas escuelas en el año era 489 d.C. fueron invitados a Gundishapur al igual que a los maestros de la Escuela de Atenas cuando se cerraron sus puertas en el 529 d.C.

Anushiravan, quien ascendió el trono en 531 D.C. añadió un observatorio y una escuela de ciencias al complejo Gundishapur. También estableció organizaciones para administrar los asuntos médicos, entre ellos, examinarlos al terminar su carrera para otorgarles la licencia que les permitiera el derecho de practicar la medicina. Organizó el Primer Simposio Mundial Médico en Ctesiphon en 550 d.C., en el cual participaron cientos de médicos y figuras relevantes de diferentes países. Por decisión de este rey que tanto impulsó la apertura a nuevos conocimientos, se logró mezclar a los mejores científicos orientales y occidentales de esos años. Quinientos eruditos impartieran su enseñanza en diferentes campos científicos, a los aproximadamente cinco mil estudiantes que estudiaban en Gundishapur durante su reinado.


La ciencia persa fue interrumpida por la invasión árabe (630 d.C.). El imperio islámico terminó siendo aún más extenso, porque con los años fue incorporando además toda la costa norte africana y el sur de España. Al principio muchas escuelas, universidades y bibliotecas fueron destruidas y dieron muerte a muchos hombres sabios. Sin embargo, a pesar de estas cuestiones, algunos científicos iraníes continuaron su labor y la ciencia persa volvió a resurgir durante el período islámico, produciendo médicos como Avicenna y Rhazes. El “Canon” de Avicenna y el “Continent” de Rhazes estuvieron entre los textos centrales en la educación médica occidental hasta el siglo XVIII.


Durante los siglos VII a XIX la mezquita era el centro educativos el lugar donde se reunían los hombres más sabios y aprendían escuchando sus discusiones.“Entre los siglos X y XII la educación experimentó una evolución muy importante. En efecto, fue en ese periodo cuando la mezquita, santuario y centro de reuniones de la comunidad, se convirtió en una universidad pública, en el sentido estricto del término. De ello dan fe el alto nivel alcanzado por los "círculos" que se formaban en las mezquitas y las obras de gran calidad que en ellos se escribieron.
Durante el mismo periodo aparecieron otras dos instituciones: las "casas de la sabiduría" y las "casas de la ciencia".

La Casa de la sabiduría de Bagdad se dedicaba particularmente a la traducción. En su biblioteca se reunían, por iniciativa del califa, eminentes sabios y eruditos que traducían al árabe obras griegas o indias y sostenían debates sobre diferentes cuestiones científicas..La primera Casa de la ciencia de que tenemos noticia fue fundada en Egipto en el siglo X. Sus estudiantes y profesores eran más numerosos que los de las casas de la sabiduría y en ella se daba preferencia a las matemáticas y a las ciencias médicas antes que a la traducción. Cabe señalar que las matemáticas abarcaban la aritmética, el álgebra, la geometría, la astronomía y la música.

La adquisición del saber era considerada como una "obligación religiosa", lo que explica el que desde siempre los ulemas (doctores de la ley) gozaran de tan alto rango en la sociedad musulmana. Desde este punto de vista, la educación no es sólo un medio de adquirir los saberes por sí mismos o en nombre de la verdad, de instruirse para ser un buen ciudadano o para ganarse la vida, sino, sobre todo, una manera de llevar a cabo el propio desarrollo moral y espiritual. La sociedad musulmana rechazaba al "sabio" que duda en transmitir sus saberes a los demás. Siendo la adquisición del saber un deber religioso, todo aquel que lo tuviera debía obligatoriamente trasmitirla, con lo cual se lograba preservar el acervo de los conocimientos y enriquecerlo con el transcurso del tiempo. En esta actitud puede verse un antecedente histórico de lo que hoy llamamos "democratización de la enseñanza".

Las universidades árabes fundadas antes que las europeas tuvieron eruditos cuyos nombres siempre brillarán en la historia de medicina y ciencia. Universidad al-Karaouine en Fez(Marruecos) fundada en el año 859 por una mujer , Fátima. La mezquita, en continuo proceso de expansión desde su construcción, es conocida por albergar la universidad más antigua del mundo en actividad . En sus aulas enseño Rabbi Moshe ben Maimon conocido como Maimónides.

En el año 830 el Califa Al-Mamun (813-833), funda el Bayt al-Hikma (Casa del Saber) en Bagdad. No se puede valorar la importancia del papel desempeñado por esta institución, una combinación de Academia, Biblioteca y Centro de Traducción, en la transmisión del legado de las antiguas civilizaciones al mundo Occidental. Este importante centro, formado por eruditos cristianos, judíos y árabes, se ocupó principalmente del "saber extranjero”: ciencia y filosofía griegas, las obras de Galeno Hipócrates, Platón, Aristóteles etc. Allí enseñó e investigó el famoso sabio y médico Rhazes.


La enseñanza de la medicina no tan solo se realizaba en la universidad sino que también el hospital árabe, el bimaristán, era un centro de enseñanza. Con profesores y bibliotecas a diferencia de los hospitales cristianos que tenían más una función caritativa. En los bimaristán se atendía a todos gratuitamente y hasta se les daba dinero a los enfermos convalescientes para que no tuvieran que volver rápidamente a sus tareas

viernes, 20 de mayo de 2011

MODELO DE ABRAHAM FLEXNER

TEXTO EXTRACTADO DEL SIGUIENTE LIBRO: Borrell Bentz, María Rosa La educación médica de posgrado en Argentina: el desafío de una nueva práctica educativa - 1a ed. - Buenos Aires: Organización Panamericana de la Salud - OPS, 2005.

Abraham Flexner, educador y académico, realizó un estudio a principios de siglo pasado que permitió hacer una reforma radical de la educación médica norteamericana, la cual repercutió décadas más tarde en la educación médica latinoamericana. En 1910 presentó el famoso “Informe Flexner”1, sobre la base de un estudio de 155 escuelas de medicina, cuyas conclusiones reflejan los problemas de la educación médica a principios de ese siglo, que en gran parte se impartía en escuelas privadas, la mayoría de la cuales constituían un negocio altamente lucrativo. Las conclusiones de este estudio circularon rápidamente: existe superproducción de médicos mal capacitados; exceso de malas escuelas de medicina y su proliferación obedece a razones principalmente económicas y políticas; el país necesita menos y mejores médicos; no se ha mejorado la distribución espacial de los médicos; los bajos estándares y el mal entrenamiento no deben constituir el método usual para proveer de médicos a las comunidades. Sobre esta base

Flexner presentó algunas recomendaciones:
• La atención médica debe basarse en el conocimiento de las ciencias biomédicas, fundamentalmente en las ciencias básicas con cursos semejantes a los ofrecidos por la educación alemana (anatomía, fisiología, bioquímica, farmacología, histoembrología, bacteriología y patología).

• Sólo las escuelas de alta calidad deben ser acreditadas para formar médicos, por tanto, deben estar afiliadas a universidades. Las escuelas sin calidad necesaria deben ser cerradas.

• Las escuelas aprobadas deben privilegiar la educación en laboratorios, en la experiencia clínica, concentrados en los aspectos de atención médica individual y con una organización minuciosa de asistencia médica en cada especialidad.

• La valorización de la enseñanza dentro de un hospital de enseñanza, que contase con un cuerpo clínico propio y permanente, con limitada asistencia ambulatoria, apenas para casos que precisaran de internación, y que cada hospital contara con un número determinado de camas para cada
alumno.


Toda la propuesta de Flexner giró alrededor del rol del médico en el tratamiento de la enfermedadtanto que llega a plantear que si no existiera la enfermedad no tendría razón de ser la existencia del médico, siendo categórico en su juicio acerca de que la calidad de una escuela puede medirse por la calidad de los clínicos que produce, idea que perdura todavía dentro de la educación médica contemporánea.

En esencia, el modelo flexneriano colocó como fundamental la dimensión biológica de la enfermedad y la atención al individuo basada en la “departamentalización” o territorialidad del conocimiento y la especialización de la práctica médica.

De acuerdo a algunos autores3, con el informe Flexner se alcanzó un gran impacto en la reducción de las escuelas de medicina de USA, de 147 en 1910, a 83 en 1921, alcanzando el número de 76 en 1929. Por otro lado, se alcanzó un desarrollo gradual de “tiempo completo” en las facultades, primero en los aspectos científicos de la clínica básica y luego en los departamentos clínicos. Se establecieron los pre-requisitos académicos con estudios de biología, química y física para la admisión a las escuelas de medicina. A partir de 1920 se establecieron dos años de
“college” para ser admitidos en la escuela y después de 1938, dos o tres años de estudios pre-médica fueron establecidos como pre-requisitos.

Se reconocen además, algunos avances en los currículos de los médicos relacionados con el mayor énfasis colocado en los estudios de laboratorio de las ciencias básicas; el control de los hospitales por parte de las universidades y el uso de dispensarios médicos para intercambiar estudios clínicos, así como programas escalonados de estudios de un mínimo de ocho meses por año por cuatro años adoptados por todas
las escuelas médicas.

María Isabel Rodríguez es una de las autoras que más profundizó sobre las influencias de Flexner en los programas de formación de médicos en América Latina, considerando que “los cambios ocurridos en un buen número de escuelas latinoamericanas sobre todo a partir de 1950 en lo relativo a los campos biológico básico y clínico repiten los postulados y contenido del modelo resultante de las recomendaciones derivadas del informe Flexner en Estados Unidos. Para un buen número de escuelas latinoamericanas, la introducción de éste modelo representó la oportunidad para la incorporación y modernización de las ciencias básicas preclínicas, contribuyó a la formación de docentes especializados y promovió en ocasiones el desarrollo de una infraestructura biomédica y la creación y fortalecimiento de unidades de apoyo para todo el proceso de enseñanza, como fue la creación de las bibliotecas médicas, pero que este modelo de ninguna forma contribuyó a favorecer una visión integral del hombre”.